El estrés, es una realidad
de la sociedad actual. El estilo de vida relacionado con las prisas y el estrés
laboral esta asociado a su aparición, y es muy difícil dejarlo de lado, e inevitablemente
termina repercutiendo en nuestra salud de forma negativa.
Son muchas las patologías que se pueden acelerar o incluso
agravar ante la tensión casi frecuente, por ello además de que el estrés
contribuye en la aparición de desordenes mentales, podemos encontrar
documentación que lo relaciona con el corazón, el sistema circulatorio hormonal
y el sistema digestivo.
A nivel físico, los expertos inciden en
la relación que se da entre el estrés y la aparición de diferentes tipos de
cáncer, como por ejemplo, el cáncer de mama.
También lo relacionan con un amplio abanico de enfermedades relacionadas
con el sistema cardiaco y con dolencias como la fibromialgia (Rev. Soc. Esp. Dolor v.11 n.7 Narón (La
Coruña) oct.-nov. 2004).
La respuesta fisiológica que el organismo genera ante el
estrés, es entendida, desde un proceso evolutivo como un indicador de peligro.
Así, si nos remitimos a tras, hace billones de años, vemos que el hombre
necesitó reaccionar de forma inmediata ante retos que representaban amenazas
para su vida. Aquel poder de respuesta, ahora forma parte de nuestra carga
genética. La realidad, es que el cuerpo evolucionó y aprendió a gestionar las
presiones a las que se vió sometido
aquel entonces, presiones provocadas por otros animales o humanos; pero, lo que
para nuestros antepasados, eran episodios de estrés puntuales, en la
actualidad, muchísimas situaciones cotidianas están provocándolo de forma
constante.
Por ejemplo, un malentendido con un compañero de trabajo
`puede provocar una reacción del organismo en la que este se prepara para una
respuesta, que bien puede ser de agresión o de fuga; normalmente cuando no se
da ninguna de estas dos respuestas los sistemas corporales permanecen
activados. Como forma de respuesta a esta situación de estrés, nuestro cuerpo va a
estimular a las glándulas que serán las responsables de la liberación hormonal,
como por ejemplo la adrenalina o el cortisol,
que provocarán un adecuación de los músculos y del resto de los órganos
el cuerpo para que se prepara a responder el peligro que se viene.
Paralelamente
nuestro sistema cardiovascular se verá obligado trabajar de mera forzada
durante un largo periodo de tiempo, provocando que nuestro sistema de defensa se
debilite y permita mas infecciones pues nuestras defensas se encuentran
agotadas debido a la exposición prolongada del estrés.
Como seres humanos,
actualmente no encontramos la forma de aliviar esas sensaciones que son
provocadas por el estrés, y lo que sucede es que en muchas ocasiones la tensión
continuada degenera en enfermedades y conductas inadaptadas.
El proceso físico
que genera se puede reducir en: la aceleración de los latidos del corazón y el
aumento de la presión sanguínea, que si bien, se mantiene elevada durante
largos periodos de tiempo, puede incidir en el sistema cardiovascular y
circulatorio de forma nociva, llegando incluso a provocar taquicardias. Vemos
como el estrés esta directamente relacionado en enfermedades cardiovasculares
como los ataques del corazón, y así también, presente en los trastornos del apartado
digestivo, destacando el colon irritable, pues
la circulación de la sangre se concentra en áreas consideradas de
necesidad inmediata para una rápida reacción física, como en los músculos o en
el hígado.
Por otro lado, el
no responder a las alarmas que nos lanza el organismo, produce desórdenes
físicos, así, la glucosa que se va ha liberar a la sangre para facilitar la
respuesta corporal no se consume de inmediato, almacenándose en el tejido
graso, lo cual puede provocar o facilitar la obesidad. Lo mismo sucede con los
ácidos grasos que libera el hígado, que tienden a depositarse en las arterias,
contribuyendo a la formación de arterioesclerosis.
El estrés crónico,
esta asociado a PROBLEMAS FÍSICOS, como el dolor de la musculatura del cuello y
espalda, el agotamiento físico y mental o la ausencia de apetito. A nivel
PSICOLÓGICO vemos que el estrés esta asociado a problemas de irritabilidad o
pesimismo, jaquecas, dolores de cara, estrés premenstrual, ulceras pépticas,
asma e hipertensión, el estrés también puede incidir en trastornos de la piel
como picores, sarpullidos o granos.
En este sentido, un
reciente estudio publicado por el doctor Ronald Glaser, profesor de Virología
molecular en la Universidad de Ohio (EE.UU.) en una revista científica
norteamericana -'Current Directions in Psychological Science'- relaciona la
vejez, el estrés crónico y la disminución de la fortaleza inmunológica del
organismo.
Sara Navarrete | Centro de Psicología Clínica
Telf. 636 162 020 | Avd/ Reino de Valencia, 76 -Valencia
(Spain).
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